EL OPTIMISMO

La persona que cultiva el optimismo se ve inclinada a reconocer la mano de Dios en su vida y engendra, en su ser, un sentimiento de gratitud hacia la Divinidad todos los días de su existencia.

Las Escrituras enseñan que "en nada ofende el hombre a Dios, ni contra ninguno está encendida su ira, sino contra aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos"1.

El optimismo alimenta una visión positiva de la vida. Quien sólo ve el "vaso medio vacío" desaprovecha la oportunidad de disfrutar de lo que tiene en el vaso, y corre siempre el riesgo de que su vaso quede vacío.

El pesimista no hace su parte porque dedica todas sus energías a las quejas y la autocompasión. Pone así un impedimento a las bendiciones de Dios, pues sólo "es por la gracia por la que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos" 2.

El optimismo es una cualidad necesaria para la felicidad y la exaltación.

 

(1)   Doctrina y Convenios 59:21

(2)    2 Nefi 25:23

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