ORDENANZAS MÁS ALLÁ DE ESTA VIDA
Cuando Nicodemo vino a Jesús para conocerle y hablar con Él,
conociendo el Salvador que éste tenía un corazón más abierto que los otros
principales entre los judíos, no vaciló en mostrarle la importancia de
encontrar el camino que lleva al reino de los cielos. Con su particular estilo
de enseñanza, el Maestro le dijo:
“De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo
no puede ver el reino de Dios.”1
Confundido por Sus palabras, Nicodemo replicó con una
pregunta que daba a entender que no había comprendido lo que había escuchado, a
lo que Jesús volvió a hablarle de una manera más clara:
“De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua
y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.”1
Sabemos que se estaba refiriendo al bautismo de agua y del
Espíritu, el cual es un requisito para entrar en el reino celestial. El
bautismo forma parte de una serie de “actos” de naturaleza espiritual por lo
cuales los hijos de Dios deben pasar a los efectos de progresar hacia su
exaltación. Esos actos, ritos y ceremonias reciben el nombre de ordenanzas2.
El tercer Artículo de Fe deja en claro la esencialidad de
las ordenanzas del Evangelio:
“Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género
humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas
del Evangelio.”3
El Señor es muy tajante en esto al explicar la importancia
de las ordenanzas para nuestro progreso eterno:
“Y este sacerdocio mayor administra el evangelio y posee la
llave de los misterios del reino, sí, la llave del conocimiento de Dios.
“Así que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de la
divinidad.
“Y sin sus ordenanzas y la autoridad del sacerdocio, el
poder de la divinidad no se manifiesta a los hombres en la carne...”4
De manera que el conocimiento de Dios se alcanza a través de
las ordenanzas, (realizadas bajo la autoridad del sacerdocio) y la obediencia a
la voluntad divina. Ese conocimiento de Dios es imprescindible para alcanzar la
vida eterna5.
Al bautismo y la imposición de manos para comunicar el don
del Espíritu Santo siguen otras ordenanzas como la Santa Cena, la ordenación al
Sacerdocio de Melquisedec (en el caso de los varones) y una serie de ordenanzas
que se llevan a cabo exclusivamente dentro de los templos del Señor, entre las
que destacan, la investidura y el matrimonio por las eternidades.
Respecto de esta última ordenanza, la del matrimonio en el
templo, también llamada el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio,
se nos ha señalado su trascendental valor en los siguientes versículos:
“En la gloria celestial hay tres cielos o grados;
“y para alcanzar el más alto, el hombre tiene que entrar en
este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del
matrimonio];
“y si no lo hace, no puede alcanzarlo.
“Podrá entrar en el otro, pero ése es el límite de su reino;
no puede tener progenie.”6
Progresamos a través de ordenanzas y sólo en la medida que nos mantenemos fieles a los convenios que conllevan. Es como si el camino al cielo fuese una escalera, cada uno de cuyos escalones fuese una de las ordenanzas esenciales para alcanzar la exaltación. De ahí el énfasis que las Autoridades ponen en su exhortación de que cada miembro de la Iglesia debe preparase para entrar en la Casa del Señor y participar de las ordenanzas que allí se efectúan.
Como envuelvan un principio eterno, las ordenanzas no se
limitan sólo a esta vida. El presidente Spencer W. Kimball citó, en una ocasión7,
las enseñanzas del profeta Brigham Young al respecto. El presidente Young
explicó:
“Ahora unas palabras a los hermanos y hermanas acerca de la
doctrina y las ordenanzas de la casa de Dios. Todos los que han vivido en la
tierra de acuerdo con la mejor luz que tenían, y que habrían recibido la
plenitud del Evangelio si se les hubiese predicado, son dignos de una gloriosa
resurrección, y alcanzarán ese estado al ser representados vicariamente en la carne
por aquellos que tienen la autoridad. Todos los demás tendrán una resurrección,
y recibirán una gloria, excepto aquellos que hayan pecado contra el Espíritu
Santo.
"Esta gente supone que tenemos en nuestra posesión
todas las ordenanzas para la vida, salvación y exaltación, y que estamos
administrándolas. Pero ese no es el caso. Estamos en posesión de todas las
ordenanzas que pueden ser administradas en la carne; pero hay otras que deben
ser administradas más allá de este mundo. Sé que queréis saber cuáles son y voy
a mencionar una: no tenemos, ni podemos recibir aquí, la ordenanza ni las
llaves para la resurrección.
“[Las llaves] serán dadas a aquellos que hayan pasado de
esta esfera de acción, y hayan recibido de nuevo su cuerpo... Ellos serán ordenados
para resucitar a los santos por aquellos que tienen las llaves de la
resurrección, tal como nosotros recibimos la ordenanza del bautismo, y luego
las llaves de la autoridad. para bautizar a otros para la remisión de sus
pecados. La resurrección es una de las ordenanzas que no podemos recibir aquí
sobre la tierra, y hay muchas otras...
“Tenemos la facultad de disponer, modificar y cambiar los
elementos, pero no hemos recibido la autoridad para organizar los elementos
naturales ni siquiera para hacer crecer un tallo de hierba.
"No tenemos esa ordenanza aquí. Organizamos de acuerdo
con el estado mortal. Combinando los elementos de las semillas y la tierra,
hacemos que crezcan árboles y vegetales; pero no les damos la vida. Organizamos
aquí un reino de acuerdo con el modelo que el Señor nos ha dado para los
mortales, y no para aquellos que ya han recibido la resurrección..."
"No tenemos el poder en la carne de crear o producir un
espíritu. Pero tenemos el poder de formar un cuerpo mortal. Dios ha colocado en
nosotros este poder. Y cuando el espíritu recibe un cuerpo, prueba su fidelidad
y es digno de ser coronado, entonces recibe la autoridad para producir tanto
cuerpos como espíritus. Pero estas llaves no podemos recibirlas en la carne.
Podréis percibir entonces, que nuestra obra no finaliza mientras vivimos en
esta tierra, igual que la de Jesús no finalizó con su existencia terrenal.
En tanto estemos en este estado carnal, sólo podemos recibir
y administrar las ordenanzas propias de este estado. Pero debemos prepararnos
para continuar nuestro progreso espiritual más allá de esta vida. Cuanto mayor
sea nuestra comprensión y cumplimiento de las ordenanzas de esta esfera, tanto
mejor será condición para progresar más allá del velo que nos separa del mundo
venidero.
1) Juan 3:3-5
2) En un sentido más general, también el término refiere a ceremonias
que se llevan a cabo para nuestro bienestar y guía, como ser las bendiciones de
salud, bendiciones de niños, etc. Trataremos aquí, más bien, las ordenanzas
necesarias para la exaltación.
3) Artículo de Fe 3 (cursiva agregada)
4) Doctrina y Convenios 84:19-21
5) Véase Juan 17:3
6) Doctrina y Convenios 31:1-4
7) “Nuestro gran potencial eterno”, Conferencia General
abril de 1977
8) Journal of Discourses 15:137
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