EL PROGRESO

El deseo por las cosas materiales o temporales muere al quedar realizado. El gozo que proviene de ver un deseo cumplido es efímero y da luz a nuevos deseos.

En verdad, la permanencia del gozo está determinada por la naturaleza de lo que deseamos y no por la intensidad de nuestros deseos.

Embarcarse en la búsqueda del progreso eterno es como perseguir el horizonte. Aunque siempre estemos progresando, nuestro futuro permanece frente a nuestros ojos, invitándonos a continuar adelante. Lo que se disfruta es el viaje; y se vive con la esperanza alentadora de que el día llegará cuando logremos estar cara a cara con Dios. Ciertamente, durante todo ese trayecto, el gozo de agradar a Dios será constante si nuestro deseo es complacerle.

Todo progreso auténtico necesita del cambio. Los cambios que necesitamos para nuestro progreso eterno no sobrevienen como resultado de alteraciones en las circunstancias que nos toquen vivir, ni en el entorno que nos rodee. Nacen en nuestro interior al tomar conciencia de nuestra naturaleza divina y nuestro potencial para alcanzar la felicidad y la vida eterna. Resultan de nuestra firme resolución de tomar nuestras decisiones siempre sobre el fundamento de principios correctos y no de conveniencias injustas.

José Enrique Rodó escribió:

"Reformarse es vivir... Y desde luego, nuestra transformación personal en cierto grado ¿no es ley constante e infalible en el tiempo? ...

Y es que cosa ninguna pasa en vano dentro de ti...

Perseveramos sólo en la continuidad de nuestras modificaciones...

Hija de la necesidad es esta transformación continua; pero servirá de marco en que se destaque la energía racional y libre desde que se verifique bajo la mirada vigilante de la inteligencia y con el concurso activo de la voluntad."1

Ciertamente es con el transcurrir del tiempo que vamos operando los cambios inevitables que el hecho de vivir nos impele a realizar; pero es merced a nuestro albedrío que tenemos el poder de decidir hacia dónde queremos dirigir nuestros pasos.

"Porque he aquí, esta vida es cuando el hombre debe prepararse para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día en que el hombre debe ejecutar su obra."2

La vida se nos presenta como una oportunidad única de elegir acertadamente el camino que nos provea de felicidad permanente: ahora y para siempre.

La sabiduría consiste en saber elegir, ante cada circunstancia, lo que mejor nos convenga para asegurarnos una existencia plena de comunión con Dios, la Fuente de toda verdad, la Fuente de todo lo bueno.

 

(1) Motivos de Proteo I-II

(2) Alma 34:32 

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