MI GALERÍA DE CITAS NOTABLES (II)
En el artículo anterior, comenté una serie de declaraciones sagradas que me han servido para perseverar ante las dificultades y encontrar consuelo y guía para mi vida. En lo que sigue, compartiré algunas otras con la esperanza de que también puedan serlo en la vida de otras personas. Pertenecen a “mi galería personal de citas notables”.
11.- ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.1
El mundo nos invita todos los días a comprar sus ofertas de
felicidad. Las hay para todos los gustos: las que satisfacen los apetitos, las
que prometen reconocimiento y popularidad, las que nos presentan modernos
ídolos de pies de barro que a cambio de nuestra lealtad nos prometen
entretenimiento, riquezas, justicia o milagros; bagatelas que podemos comprar
desperdiciando nuestro valioso tiempo, ilusiones de poder o vida fácil que se
desvanecen cuando nuestro dinero se agota, y vanos espejismos de libertad que
esconden tras sus máscaras la esclavitud de las deudas, la pérdida de la
autoestima y, en definitiva, la soledad del pecado.
Afortunadamente existe aún una inmensa mayoría silenciosa
que busca hacer el bien y le mueven sentimientos nobles. Pero ciertamente
“todavía hay muchos en la tierra, entre todas las sectas, partidos y
denominaciones, que son cegados por la sutil astucia de los hombres que acechan
para engañar, y no llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla”2.
Solamente Jesucristo nos muestra el camino a la verdad y la vida en su
plenitud. Las palabras de Pedro deberían reflejarse en nuestra constante
preocupación por permanecer en Él, pues ciertamente “sin [Él] nada pode(mos)
hacer”3.
12.- No tengo plata ni oro, mas lo que tengo te doy...4
Contrariamente a lo que lo que tanto se proclama, “la vida
del hombre no consiste en la
abundancia de los bienes que posee”5. La posesión de bienes materiales no nos condena; por el contrario, las Escrituras enseñan que “después de haber logrado una esperanza en Cristo obtendre(mos) riquezas, si las busca(mos); y [que deberemos] buscar(las) con el fin de hacer bien”6.
Los Apóstoles de la antigüedad habían abandonado todo por
Cristo, pero, aun así, deseaban “vestir al desnudo, alimentar al hambriento,
libertar al cautivo y suministrar auxilio al enfermo y al afligido”7,
lo cual significa que estaban dispuestos a compartir lo que tenían con su
prójimo. No todos tenemos “plata u oro” para compartir, pero seguramente hemos
sido bendecidos con otras “abundancias” (o talentos) con las que Dios nos haya
querido dotar. Por tanto, se espera que “se(amos) afables con todos y liberales
con (n)uestros bienes, para que [nuestros hermanos necesitados] sean [tan]
ricos como (n)osotros”8. O sea que, en palabras del Salvador, “todas
las cosas que quer(ramos) que los hombres hagan con (n)osotros, así también
ha(gamos) (n)osotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas”9.
13.- No sé, sino que el Señor me lo mandó.10
El Plan de Salvación ha sido llamado el gran plan de
felicidad11. Nuestro Padre Celestial desea que seamos felices en
esta vida y tengamos la exaltación en la venidera. Para ello nos ha revelado Su
voluntad y nos ha dado el Evangelio a través de Sus profetas:” Creemos todo lo
que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún
revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios.”12
Pero debemos andar por la fe. No sabremos en esta vida todas
las cosas ni las llegaremos a precisar para volver a nuestro primer hogar. La
respuesta de Adán a la pregunta del ángel del Señor nos invita a obedecer a
Dios y seguir al Salvador, aunque no conozcamos Sus razones ni propósitos.
14.- Ningún éxito en la vida compensa el fracaso en el
hogar.
“Cuando uno antepone sus negocios o placeres al hogar, desde
ese momento empieza a descender por el camino que conduce a la ruina del alma.
Cuando el club o los amigos llegan a ser más atractivos para un hombre que su
hogar, es tiempo de que confiese lleno de vergüenza que ha fracasado en cumplir
con la oportunidad suprema de su vida y ha salido reprobado en el examen final
de la verdadera virilidad. Ningún otro éxito puede compensar el fracaso en el
hogar. La cabaña más humilde en donde el amor rige a una familia unida es de
mayor valor para Dios y la humanidad futura que cualquier otra riqueza.
“En tales hogares, Dios puede obrar milagros, y
efectivamente los obrará. Los corazones puros en un hogar puro nunca están
fuera del alcance de los susurros del cielo.” (David O. McKay, Conference
Report, abril de 1964)
15.- La fe precede al milagro
“Es cuando plantamos con fe la semilla, que pronto vemos el
milagro de su florecimiento. Pero el hombre muchas veces no ha entendido esto y
ha alterado el orden del proceso. El desearía tener la siega antes de la
siembra, la recompensa antes del servicio, el milagro antes de la fe. Ni
siquiera los más exigentes sindicatos de obreros se atreverían a pedir el
salario sin antes realizar el trabajo indispensable. No obstante, a muchos de
nosotros sí nos gustaría gozar de toda fuerza y vigor sin observar las leyes de
la salud; de una prosperidad procedente de las abiertas ventanas de los cielos
sin cumplir con el pago de los diezmos. Quisiéramos gozar de una estrecha
comunión con nuestro Padre sin siquiera observar el ayuno y la oración; o tener
lluvia en la estación debida y paz sobre la tierra sin preocuparnos de guardar
el Día de Reposo ni obedecer los otros mandamientos que Él nos ha dado.
Quisiéramos cortar la rosa antes de plantar sus raíces; o recoger el grano
antes de sembrarlo y cultivarlo.
“Sabed, pues, que así como la fe tenaz ha sido capaz de
cerrar las bocas de los leones, apagar las llamas ardientes, abrir calzadas de
tierra seca entre los ríos y mares, proteger contra los diluvios y sequías, y
producir manifestaciones celestiales en respuesta a las súplicas de los
profetas, de la misma manera puede obrar hoy la fe en nuestras vidas, para
sanar a los enfermos, traer consuelo a los que lloran, fortalecer la
determinación de resistir las tentaciones, librarnos de la esclavitud de los
malos hábitos, fortalecernos en nuestro cometido de arrepentimos y de cambiar
nuestras vidas, y llevarnos a un conocimiento seguro de la divinidad de
Jesucristo. Una fe osada puede ayudarnos a vivir los mandamientos con
sinceridad de corazón y, por ende, traemos bendiciones innumerables, aun la
paz, perfección y la exaltación en el reino de Dios.” (Spencer W. Kimball, La
fe precede al milagro, págs. 11,16)
16.- Les enseño principios correctos y ellos se gobiernan a sí mismos.13
Esta declaración inspirada del profeta José Smith revela lo
que el Señor espera que hagamos con nuestro albedrío moral. El Salvador
defendió en el concilio preterrenal nuestra libertad de escoger y ofreció Su
vida para darnos la salvación. Hemos recibido la bendición del Evangelio y los
principios correctos que nos harán verdaderamente libres14.
¿Qué hacemos con ese tesoro de conocimiento? ¿Lo aplicamos a
diario en nuestro provecho y vivimos honrándolo? Nuestro Padre Celestial espera
que nos gobernemos por sus preceptos. Somos nuestros “propios agentes”15
y seremos juzgados por nuestro grado de conocimiento de la ley y por nuestras
palabras, obras y pensamientos16.
17.- Así como el hombre es, Dios una vez fue. Así como
Dios es, el hombre puede llegar a ser.17
Somos hijos de Dios. Cada uno de nosotros, no importa quién
sea, dónde haya nacido y en qué condiciones haya sido criado, cuánto tenga o
cuánto le falte, en qué crea o deje de creer, lleva dentro de sí el potencial
de ser semejante al Padre Eterno. Al tomar consciencia de nuestra real
naturaleza podremos conducirnos de acuerdo con nuestro linaje divino y
comprender el amor que nuestro Padre tiene por nosotros. Al mismo tiempo,
abrigaremos en nuestro corazón la creciente certeza de que podemos, con Su
ayuda, lograr la vida eterna no importa qué desafíos debamos enfrentar.
18.- Invito a los Santos de los Últimos Días a considerar
el templo el gran símbolo de su condición de miembros.18
De acuerdo con la invitación del presidente Howard W.
Hunter, debemos enfocarnos en las ordenanzas y la obra que se llevan a cabo en
la Casa del Señor a los efectos de alcanzar la plenitud de nuestra condición de
miembros. Cuando el templo pasa a formar parte de nuestra vida, nuestros
pensamientos y actos pasan a reflejar una visión que va más allá de las
vicisitudes de esta esfera terrenal; una visión que nos hace más fuertes para
conservar nuestra dignidad personal en armonía con la voluntad de Dios, que nos
hace más proclives al servicio, que nos permite discernir lo que es de carácter
eterno y que nos motiva a desechar todo lo que sea vanidoso.
El templo nos entrelaza con nuestros antepasados. Nos ayuda
a pagar la deuda que tenemos con ellos, al tiempo que nos brinda instrucción,
consuelo, fortaleza y revelación. Aun el envío de nombres para la obra vicaria
redunda en bendiciones de paz, fe y unidad con el Espíritu.
1) Juan 6:68
2) Doctrina y Convenios 123:12
3) Véase Juan 15:5
4) Hechos 3:6
5) Lucas 12:15
6) Véase Jacob 2:17 (paréntesis agregado)
7) Ibidem
8) Jacob 2:18 (paréntesis agregado)
9) Mateo 7:12
10) Moisés 5:6
11) Véase Alma 42:8
12) Artículo de Fe 9
13) José Smith, citado por John Taylor en Millennial Star,
15 de nov. de 1851, pág. 339
14) Véase Juan 8:31-32
15) Doctrina y Convenios 58:28
16) Véase
Alma 12:14
17) En
Eliza R. Snow Smith, Biography and Family Record of Lorenzo Snow, 1884, pág.
46; véase también “The Grand Destiny of Man”, Deseret Evening News, 20 de julio
de 1901, pág. 22.
18) Pte. Howard W. Hunter, “Preciosas y grandísimas
promesas”, Liahona enero de 1995, pg. 9
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