EL CONVENIO DE ABRAHAM Y LA CASA DE ISRAEL
A menudo nos encontramos en las Escrituras con los términos convenio abrahámico, Casa de Israel, evangelio o el nuevo y sempiterno convenio. El presente artículo pretende aclarar sus significados y la relación entre ellos.
El convenio con Abraham
Unos trescientos cincuenta años después de haber enviado el
diluvio, Dios volvió a dispensar sus verdades desde el cielo a una sociedad sumida
en la idolatría y el pecado. Encontrándose nuevamente la humanidad sin la palabra
de Dios, Jehová llamó a Abram desde la tierra de los caldeos y le dijo:
“Abram: Vete de tu tierra, y de tu parentela y de la casa de
tu padre, a la tierra que te mostraré; y haré de ti una nación grande, y te bendeciré,
y engrandeceré tu nombre y serás una bendición.
“Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.”1
Después de viajar Abram hasta la tierra de Canaán, el Señor volvió
a hablarle diciendo:
“Alza ahora tus ojos y mira desde el lugar donde estás hacia
el norte y hacia el sur, y hacia el oriente y hacia el occidente; porque toda la
tierra que ves te la daré a ti y a tu descendencia para siempre.
“Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguno
puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.”2
No teniendo progenie Abram preguntó al Señor cómo llegaría su
descendencia a ser tan numerosa, máxime teniendo en cuenta la edad avanzada de él
y su esposa. Pero para Dios nada es imposible.
“... uno que saldrá de tus entrañas será el que te herede.
“Y le llevó fuera y le dijo: Mira ahora los cielos y cuenta las
estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.
“Y creyó a Jehová, y se le contó por justicia.”3
“Y siendo Abram de edad de noventa y nueve años, se le apareció
Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.
Y pondré mi convenio entre yo y tú, y te multiplicaré en gran manera.
“Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él,
diciendo: En cuanto a mí, he aquí, mi convenio es contigo: Serás padre de muchas
naciones. Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham,
porque te he puesto por padre de muchas naciones. Y te multiplicaré en gran manera
y de ti haré naciones, y reyes saldrán de ti.
“Y estableceré mi convenio entre yo y tú y tu descendencia después
de ti en sus generaciones, por convenio eterno, para ser tu Dios y el de tu descendencia
después de ti. Y te daré a ti y a tu descendencia después de ti la tierra de tus
peregrinaciones, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de
ellos.
“Dijo de nuevo Dios a Abraham: Tú guardarás mi convenio, tú y
tu descendencia después de ti por sus generaciones.”4
Fiel a Su palabra Jehová bendijo a Abraham con un hijo al cuál
éste llamó Isaac. Sobrevino luego la prueba a la que el Señor estimó necesario someter
a Abraham: el sacrificio de su único hijo según el convenio. Dicho sacrificio
finalmente no llegó a concretarse pues un ángel detuvo a tiempo la mano de Abraham
cuando la alzaba para ofrendar a su hijo.
“Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde
el cielo y dijo: Por mi mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto
y no me has rehusado a tu hijo, tu único, de cierto te bendeciré grande mente y
multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como
la arena que
está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las
puertas de sus enemigos.”5
Inmediatamente después le es señalado a Abraham cómo sería
llevado a cabo ese convenio:
“En tu simiente serán bendecidas todas las naciones de la tierra,
por cuanto obedeciste mi voz”.6
Entonces, ¿cuál fue el convenio con Abraham? Sin duda el del
Evangelio, de la misma forma que había acontecido antes con Adán y Noé. ¿Quién sería
“la simiente” a través de la cual serían bendecidas “todas las naciones de la tierra”
y no tan sólo los descendientes literales de Abraham? Ni más ni menos que Jesucristo,
el Unigénito Hijo de Dios, a quién el Padre sí sacrificaría a la manera en que
le fue requerido a Abraham. Así lo entendió Pablo que testificó en su epístola
a los Gálatas:
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su descendencia.
No dice: Y a los descendientes, como si hablara de muchos, sino como de uno: Y
a tu
descendencia, la cual es Cristo.”7
Además, el mismo Pablo, define claramente quiénes son contados
como la descendencia de Abraham según la promesa o convenio que Dios hizo con el
patriarca:
“Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de
Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los
gentiles, anunció de antemano el Evangelio a Abraham, diciendo: En ti serán benditas
todas las naciones.
“Así que los que son de fe son benditos con el creyente Abraham
... para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham fuese sobre los gentiles, a
fin de que por la
fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”8
De manera que podría contarse entre los “hijos de Abraham” o
entre su descendencia únicamente a quienes fueran fieles al convenio
abrahámico, de quien la figura central es Jesucristo; en otras palabras, quienes
entraran en el convenio de tomar a Jesucristo como su Salvador. Más adelante profundizaremos
en este asunto, pero por ahora baste reconocer que el mismo convenio que fuera restablecido
sobre la tierra por conducto de Abraham y que perteneciera también a otras dispensaciones
anteriores como las de Adán y Noé, fue el que Jesús trajo a los hombres durante
Su ministerio terrenal y que fuera luego llevado a los gentiles por Sus Apóstoles.
Ese convenio no es más que el Evangelio Sempiterno.
La Casa de Israel
Dos generaciones más adelante de Abraham encontramos a Jacob
(su nieto) camino a la tierra de Harán en busca de esposa entre los de su parentela.
“y llegó a cierto lugar y durmió allí, porque ya el sol se
había puesto; y tomo de las piedras de aquel paraje y las puso a su cabecera, y
se acostó en aquel lugar.
“Y soñó, y he aquí una escalera que estaba apoyada en
tierra, cuyo extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y
descendían por ella. “Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, y dijo: Yo
soy Jehová, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás
acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Y será tu descendencia como el polvo
de la tierra, y te extenderás al occidente, y al oriente, y al norte y al sur; y
todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu descendencia. Y he
aquí, yo estoy contigo, y te
guardare por dondequiera que fueres y volveré a traerte a
esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.” 9
Años más tarde, nuevamente se le apareció otra vez Dios a Jacob,
y le bendijo diciendo:
“Tu nombre es Jacob; no te llamarás más Jacob, sino que Israel
será tu nombre; y llamó su nombre Israel.
“Y le dijo Dios: Yo soy el Dios Omnipotente; crece y multiplícate;
una nación y un conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos.
Y la tierra que yo he dado a Abraham y a Isaac, te la daré a ti; y a tu
descendencia después
de ti daré la tierra.”10
De esta forma, Jacob y su casa se convirtieron en los depositarios
del convenio abrahámico y el pueblo elegido de Jehová para tener Su Evangelio y
Sus promesas. Jacob, llamado Israel desde ese entonces, tuvo doce hijos que heredaron
las promesas y constituyeron junto con su descendencia, lo que se ha dado en
llamar la Casa de Israel. También se utiliza el término las Doce Tribus para referirse
a la descendencia de Jacob.
Si hemos de tener en cuenta las promesas hechas a Abraham en
cuanto a su descendencia, la cual sería contada entre todas las naciones y estaría
conformada por los
que profesaran fe11 en Jesucristo, es lógico
deducir que la Casa de Israel es un concepto que va más allá del simple linaje
directo. Una vez más recurriremos a Pablo para esclarecer este concepto.
“Pero no es que la palabra de Dios haya fallado, porque no
todos los que son de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham
son todos hijos ...
“Es decir: No los que son hijos según la carne son los hijos
de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados en la descendencia.”12En
definitiva, en términos espirituales, linaje de Abraham, Pueblo Escogido y Casa
de Israel se refieren a un mismo grupo: los fieles en Cristo y herederos de Sus
promesas. Extendiendo aún más el concepto y sin perder generalidad, la Casa de Israel
es la Iglesia de Cristo, así en la antigüedad como en tiempos de Pablo o en la
época actual.
La Casa de Israel en estos tiempos
De manera que Jacob (Israel) y su casa se convirtieron en los
depositarios del convenio abrahámico y el pueblo elegido de Jehová para tener Su
Evangelio y Sus promesas. Asimismo que el linaje de Abraham, el Pueblo Escogido
y la Casa de Israel se refieren a un mismo grupo: los fieles en Cristo y herederos
de Sus promesas que abarcan el propio convenio abrahámico. A partir de estas consideraciones
se llega a la conclusión de que la Casa de Israel y la Iglesia de Cristo sobre la
tierra constituyen la misma institución.
¿Cómo es que una persona bautizada en la Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Últimos Días llega a ser miembro de la Casa de Israel?
¿Acaso no se necesita descender de Jacob para pertenecer a su casa? Los judíos,
ya sea que vivan en la diáspora o dentro de los límites del estado moderno de Israel
¿no pertenecen por nacimiento a la Casa de Israel?
Al referirse a los conversos Pablo señaló:
“Pues todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo
estáis revestidos. Ya no hay judío, ni griego; no hay esclavo, ni libre; no hay
varón, ni mujer; porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”13
También el rey Mosíah enseñó este concepto a los nefitas:
“Ahora pues, a causa del convenio que habéis hecho, seréis llamados
progenie de Cristo, hijos e hijas de él, porque he aquí, hoy él os ha engendrado
espiritualmente; pues decís que vuestros corazones han cambiado por medio de la
fe en su nombre; por tanto, habéis nacido de él y habéis llegado a ser sus
hijos y
sus hijas. “14
En esta dispensación, por conducto del profeta José Smith,
el Señor estableció:
“Porque quienes son fieles ... y magnifican su llamamiento, son
santificados por el Espíritu para la renovación de sus cuerpos. Llegan a ser
los hijos de Moisés y de Aarón, y la descendencia de Abraham, y la iglesia y reino,
y los elegidos de
Dios.”15
Por tanto, ¿qué hace a un israelita?: Su pertenencia a la
Casa de Israel, su fidelidad al convenio abrahámico, es decir, su fidelidad al
Evangelio de Cristo. 16
¿En qué consiste entonces el recogimiento de Israel a que refieren
las profecías? En la
búsqueda de quienes con “un espíritu contrito y un corazón quebrantado”17
reciban el mensaje de la Iglesia, lo acepten y entren en el convenio del Evangelio
permaneciendo fieles a él.
“... porque así se llamará mi iglesia en los postreros días,
a saber, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos
Días.
“De cierto os digo a
todos: Levantaos y brillad, para que vuestra luz sea un estandarte a las
naciones; a fin de que el recogimiento en la tierra de Sión y sus estacas sea
para defensa y para refugio contra la tempestad y contra la ira,
cuando sea derramada sin
mezcla sobre toda la tierra.” 18
Éste es el propósito de
la obra misional, el motivo por el cual Dios ha vuelto a levantar Su estandarte
una vez más. En ello ha consistido siempre Su obra para con todos Sus hijos
desde Adán hasta nuestros días. Especialmente hoy, que ha dispensado Su
Evangelio por última vez.
1) Génesis 11:1-3
2) Génesis 13:14-16
3) Génesis 15:4-6
4) Génesis 17:1-9
5) Génesis 22:15-17
6) Génesis 22:18
7) Gálatas 3:16
8) Gálatas 3:7-9, 14
9) Génesis 28:11-15
10) Génesis 35:10-12
11) Téngase presente los
comentarios de Pablo a los Gálatas
12) Romanos 9:6-8. Por
tanto, en referencia al término “israelita” importa determinar el contexto en
el que se lo usa para determinar su significado.
13) Gálatas 3:27-28
14) Mosíah 5:7
15) Doctrina y Convenios
84:33-34
16) Como se ve el
término Israel puede referir a varios conceptos distintos, dependiendo del
contexto en que se lo emplea: el patriarca Jacob, el antiguo reino de Israel, las
doce tribus, el estado moderno de de Israel, el pueblo del convenio o pueblo
elegido (la Iglesia). Los israelitas no deben confundirse con los israelíes,
quienes sí son los ciudadanos del moderno estado de Israel. Por otro lado,
quienes no sean literalmente del linaje de Abraham, pero abracen y sean fieles
al convenio del Evangelio son hijos de Abraham por adopción.
17) Moroni 6:2
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