Y, SIN EMBARGO, SE MUEVE
Pareciera que, de un tiempo a esta parte, cualquier idea puede someterse al escrutinio público y ser refrendada como verdad indiscutible una vez que la mayoria así lo apruebe.
A los efectos de establecer un sistema de gobierno que permita la convivencia pacífica y el respeto a los derechos de los ciudadanos, la democracia representativa resulta la mejor opción. En ella, la mayoría escoge a quien dirigirá los intereses del país en un marco de respeto hacia toda la ciudadanía, la cual tiene su voz garantizada a través de sus representantes electos.
De ahí a creer que este método puede generalizarse para la determinación de cuál es la verdad y dónde está el error, existe un gran abismo.
Porque si así fuera, bastaría que la mayoría creyese que la Tierra es plana para que la Tierra fuese plana; o que la mayoría creyese que los marcianos sí existen, para verlos llegar en sus naves espaciales aterrizando en algún lugar del planeta.
Aunque muchas cuestiones en debate se diluciden apelando al parecer de las mayorías, no debe legitimarse ese procedimiento como infalible.
Ciertamente desconocemos mucho y -respecto a muchas cosas- continuamos errados. Algunas verdades escapan a nuestra capacidad de llegar a conocerlas. Ello no nos faculta para plesbiscitar opiniones. Mucho menos para pretender imponerlas a la fuerza.
La verdad es independiente en sí misma. Aunque esté distante, cuestionada o aún desechada, sigue estando allí.
A veces no se la puede compartir, pues su conocimiento es de naturaleza personal. Otras, compartirla conlleva riesgos: el riesgo de desafiar mayorías.
En ocasiones conviene guardar silencio, pues todo esfuerzo es vano.
"E pur si muove" (*)
(*) "y, sin embargo, se mueve". Frase atribuida a Galileo Galilei, dicha por el sabio astrónomo y filósofo poco después de tener que abjurar de su afirmación de que la tierra se movía alrededor del sol.
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