MANIFIESTO POR LOS VALORES CRISTIANOS
Ante los profundos cambios culturales que están aconteciendo en gran parte del mundo, los cuales inciden directamente en la actitud de las sociedades hacia los valores esenciales de la vida;
Pudiendo observar asimismo el creciente avance del
empobrecimiento espiritual que aflige amplios estratos de la sociedad y, sobre
todo, el esfuerzo sistemático existente por despojar a los hombres de su
relación personal con Dios, lo cual se realiza a través de la promoción de
conductas y filosofías disolventes;
Siendo que dichas transformaciones cuentan con el aval de un
sector significativo de la población y el respaldo de estados, organizaciones
políticas y sociales, y organismos de la más diversa índole, dejando librada y
limitada la defensa de los valores cristianos al ámbito de la religión y la
conciencia de cada persona;
Reconociendo que tan solamente Jesucristo fue perfecto en su
vida mortal y todos nosotros, Sus hermanos, nacemos y nos desenvolvemos en
nuestra propia esfera de acción revestidos de las debilidades y fragilidad
propias de la naturaleza humana;
Sintiendo que es mi responsabilidad promover y apoyar esos valores cristianos a los efectos de cumplir el mandato de Cristo de “hace(r) discípulos a todas las naciones”;
MANIFIESTO que:
1. Creo en Dios y en Su Hijo Jesucristo, el Salvador y
Redentor de la humanidad; en Sus enseñanzas y en Su amor divino por mí y cada
ser de la Creación. Creo en el origen divino del hombre y del universo en que
habitamos; que, en tanto Sus hijos, todos los hombres somos hermanos.
2. Creo en la igualdad de los hombres ante Dios y ante las
leyes de cada nación. Adhiero al principio de que toda discrepancia entre los
hombres debe ser resuelta de manera pacífica, con el debido respeto a los
derechos de los demás y el cumplimiento estricto de los deberes que nos debemos
los unos a otros para garantizar nuestra convivencia.
3. Creo en la santidad de la vida; que ella comienza al
momento de la concepción y que sólo Dios tiene potestad sobre ella. Entiendo
que la despenalización del aborto y la legalización de la eutanasia no
legitiman su ejercicio. Me comprometo a no fomentar ni participar en manera
alguna de esas prácticas.
4. Creo en la santidad del cuerpo, el cual hemos recibido
como un don divino y hemos de cuidar y respetar. No participaré —hasta donde
tenga conciencia de ello— de ninguna práctica que lo perjudique, tanto en lo
que respecta a mi salud física como en lo espiritual, emocional o psicológico.
Procuraré vivir una vida sana y equilibrada, manteniéndome alejado del consumo
de sustancias que lo dañen, alimentándolo adecuadamente y dándole el descanso
necesario.
5. Creo en la santidad del matrimonio; que fue instituido
por Dios para nuestra felicidad y cumplimiento de Sus designios; que debe
realizarse —con la debida autoridad legal— entre un hombre y una mujer, y que
toda otra forma de unión que pretenda sustituirlo no condice con Su voluntad.
Es sólo dentro del matrimonio que el sagrado poder de la procreación debe
ejercitarse; asimismo, el afecto físico que une a marido y esposa debe
reservarse sólo para el ámbito matrimonial. Llevaré una
conducta virtuosa, y desecharé todo pensamiento, conversación o actividad que
se burle o promueva la pérdida del respeto hacia ese sagrado poder.
6. Creo que la familia tradicional siempre será el
fundamento de una sociedad estable; que en la medida que se transmitan dentro
de ella, de una generación a la siguiente, los valores cristianos, fundados en
la integridad y el ejemplo, se combatirán de una manera más eficaz los males
que aquejan al mundo. Educaré a mis hijos a través del ejemplo y los preceptos
cristianos, dedicando mis energías y tiempo tanto para proveerles de sustento
como para hacer de ellos hombres y mujeres de bien.
7. Creo que el servicio a Dios se manifiesta a través del
servicio brindado a mis semejantes. Haré del servicio al prójimo un hábito. En
mis tratos con él seré honesto; le trataré con amabilidad y seguiré la regla de
oro: “así como qu(iero) que los hombres hagan con(migo), así también ha(ré) [yo]
con ellos”.
8. Creo en ser ciudadano respetuoso de las leyes y en ser
buen vecino; cumpliré con mis obligaciones para con la sociedad a
la que pertenezco; difundiré entre mis conciudadanos los valores que profeso,
recordando que mis palabras sólo tendrán validez en la medida que mis hechos
estén en armonía con ellas.
9. Creo que a la Tierra —nuestro hogar— Dios la ha dotado de
recursos suficientes y la ha embellecido para nuestro gozo. Amaré Su creación y la cuidaré, comprometiéndome a no contaminarla ni ser cómplice en
su destrucción.
10. Creo en la solidaridad entre los hombres; la felicidad
no se construye sobre lo que se tiene sino sobre el amor. Desterraré el egoísmo
de mi corazón recordando las palabras de Jesús: “De cierto os digo que en cuanto
lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
11. Creo en la gratitud; todos los días de mi vida
reflexionaré acerca del amor de Dios y las bendiciones que ha derramado sobre mí,
y le manifestaré mi agradecimiento; también daré las gracias por todo servicio,
gesto de bondad o amistad que reciba de mis congéneres.
12. Creo en ser un embajador de Cristo en todo momento y en
todo lugar, cualesquiera sean las circunstancias en que me encuentre. Dios me dé
fuerzas para resistir lo malo y honrar esa investidura por siempre.
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