RESOLVIENDO CONTROVERSIAS

Piénsese en cualquier pregunta controversial. Una pregunta para la cual no se haya formulado una única respuesta. Una pregunta para la cual las diversas respuestas explicitadas por diversos agentes resulten antagónicas, aun irreconciliables.

Piénsese en un asunto que despierte pasiones y disputas que lleguen a rozar la violencia, sea verbal o física.
Piénsese en las veces que, persiguiendo una buena causa, hombres y mujeres han desarrollado, contra otros hombres y mujeres, enemistades y enconos irremediables.
En fin, piénsese en todas las instancias que han dejado dolor y miserias entre las personas por el sólo hecho de pensar diferente; incluso cuando, existiendo acuerdo en cuanto al destino, se discrepa en cuanto al camino.
¿Cómo es posible que, después de tantos siglos de convivencia en un planeta que constituye nuestro único hogar viable, las personas aún no hayamos aprendido a vivir en paz, respetando al prójimo más allá de las diferencias? ¿Cómo es que no hemos aprendido, como humanidad, que ningún poder o influencia se debe ni se puede ejercer sino por persuasión, mansedumbre, benignidad y consentimiento mutuo?
La propia historia muestra los resultados benignos de la convivencia pacífica y respetuosa frente a los nefastos de la intolerancia, la belicosidad, la animosidad del que no acepta las diferentes opiniones acerca de los asuntos controversiales.
¿Qué causas subyacen en las dificultades que se presentan para evitar la contención? La naturaleza humana es compleja. Sin dudas, no es posible descubrir una única causa. Siquiera encontrar una respuesta simple a esta interrogante.
Cualesquiera sean las razones que se expongan para explicar la contención, ciertamente la falta de comunidad de principios y valores entre los implicados es un aspecto crucial del asunto.
El sistema de valores y los principios sobre los cuales una persona edifica su vida pautan su conducta y su reacción ante el mundo que le rodea. Aún en la más extrema ignorancia, el ser humano se conduce basado en sus valores y principios, sin importar la simpleza o complejidad de sus códigos.
Cuando dos personas disienten en los más elementales principios de tolerancia y respeto, el llegar a un entendimiento sobre un asunto controversial que les enfrenta resultará harto difícil, cuando no imposible. En el caso en que el procurar resolver sus conflictos de manera pacífica no se encuentre contenido entre sus principios de vida, algún tipo de violencia brotará casi inevitablemente.
La paz es fruto de un corazón pacificador. Ciertamente "todo lo que el hombre siembre, eso también segará"1; y "cual es su pensamiento en su corazón, tal es él"(2).
Jesús fue un hombre de paz. La paz emana de Sus enseñanzas. Vivió en la mansedumbre. Cuando le tocó enfrentar a Sus enemigos fue consecuente con Su prédica. Su magisterio fue extraordinario, al punto que el conjunto de Sus preceptos y Su ejemplo de vida constituyen un manual único para aprender a amarnos los unos a los otros, a pesar de las diferencias que puedan separarnos. Su doctrina es la doctrina de la no contención, la doctrina del respeto y la tolerancia.
Siempre me he preguntado por qué, aun negando Su divinidad, muchos hombres no son capaces de seguir Sus preceptos para enfrentar los temas controversiales en un clima de paz y respeto mutuos.
Tal vez hasta ésta resulte una pregunta controversial más...
(1) Gálatas 6:7
(2) Proverbios 23:7

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