DIGNOS DE SER LLAMADOS CRISTIANOS

La verdadera batalla se libra en el corazón de los hombres.

Pablo decía que " no tenemos lucha contra sangre y carne..."1, dando a entender que, por debajo de la violencia física que ha empañado la historia de la humanidad por las causas que fueren, se esconde -en definitiva- una lucha de valores, una lucha entre el bien y el mal.
Este concepto cristiano de la historia humana seguramente no es compartido por algunos pensadores ajenos a ella, que no dudarían en calificarla de dogmática y no científica. Pero ésa no es la cuestión que deba ocupar la mente si asumimos nuestra condición de seguidores de Cristo.
Lo que debe preocuparnos -como cristianos- es interpretar la realidad que percibimos a la luz de las enseñanzas de Jesús. De lo contrario, ¿qué clase de creyentes seríamos?
Es indudable que hoy, en nuestra sociedad occidental, una parte creciente de ella prefiere seguir doctrinas que, revestidas de una dudosa o nula objetividad, resultan tanto más dogmáticas que el dogmatismo que le endilgan a la cristiandad.
Existe efectivamente gente que está fanatizada, hábilmente manipulada y aferrada a ideologías como quien pertenece a sectas cerradas, intolerantes y discriminatorias.
Porque en definitiva es como una religión lo que siguen, por más que lo nieguen. Y, al igual que ha acontecido en el pasado, recurren a la burla y al escarnio para ridiculizar al cristiano y reclamar el derecho a silenciarlo.
Pero como cristianos, debemos conceder a todos el derecho a pensar diferente, a manifestarse diferente, a vivir diferente; esperando que se nos conceda ese mismo derecho. Nunca desmerezcamos nuestra defensa viendo en quienes discrepan de nosotros un enemigo; pues, como decía Pablo, no es lucha entre personas, sino concepciones de vida. La cristiandad bien entendida es una causa de amor y respeto por el prójimo.
"Bienaventurados los pacificadores...Bienaventurados sois", enseñó Jesús, "cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo."2
Y agregó:" Pero yo os digo: No resistáis al malo; antes bien, a cualquiera que te golpee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra..."3
Seamos pues, indulgentes con quienes nos combaten, aun a pesar de sus actitudes poco respetuosas hacia nosotros. Sin claudicar de nuestros principios, sin ofender ni coartar la libertad de nadie. Eso es dar la otra mejilla. Seamos dignos de ser llamados cristianos.
(1) Efesios 6:12
(2) Mateo 5:9,11
(3) Mateo 5:39

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