CADA VIDA IMPORTA
Vivimos en un mundo convulsionado donde se oye de "guerras y rumores de guerras"; donde la corrupción salpica aun en los lugares más inesperados; donde la violencia moral se desata desenfrenadamente y las noticias hablan básicamente de contenciones, disputas e injusticias.
Un mundo que, lleno de las bellezas con las que el Creador
nos quiso deleitar al organizarlo, sucumbe ante el cambio climático, el avance
devorador de la ambición humana que malgasta sus riquezas, y la contaminación
imparable que esa ambición provoca.
Vemos ciertamente que el amor entre los seres humanos se
está enfriando y abunda el egoísmo y la lucha por el poder.
Por otro lado, todo ser busca su felicidad; y gran parte de
la humanidad persigue la paz y la justicia, acompañadas del bienestar al que
todo ser humano tiene derecho.
Difícilmente haya disensos entre las distintas partes en
pugna, a lo largo y ancho del planeta, respecto a la necesidad de alcanzar esos
valores irrenunciables. La cuestión radica en cuál entienden, esas distintas
partes en pugna, es el camino para alcanzarlos.
Existe en el corazón de toda persona íntegra el deseo de que
esas ansias de felicidad se concreten para sí misma, para sus seres queridos, y
que se extiendan a toda la humanidad.
Ese deseo choca con la impotencia cuando la persona toma
cuenta de lo imposible que resulta cambiar al mundo. Los hombres más poderosos
lo han intentado una y otra vez a lo largo de la historia. Más allá de ciertos
éxitos temporarios y localizados, han fracasado.
Sólo como ejemplo baste decir que se ha estimado que desde
el 3600AC a la fecha se han registrado cerca de 15 000 guerras que han
exterminado en total 4 000 millones de personas. La violencia armada mata
actualmente cerca de 500 mil personas por año.
El futuro se nos muestra incierto. Parece que es de no
acabar esta tragedia mundial.
¿Debemos renunciar entonces a la felicidad? ¿Debemos
sumirnos en la desesperanza y la desesperación?
Tal vez quien está en la boca de un "volcán en
erupción" difícilmente pueda pensar en otra cosa que salvar su vida, aun
cuando ni sepa cómo hacerlo. Si tenemos la dicha de vivir lejos de ese tipo de
situaciones límite, aún podemos preguntarnos ¿qué haremos, pues?
Existe un concepto que puede ayudarnos a encontrar una respuesta.
Es el concepto de "esfera de acción".
Todos tenemos nuestra esfera de acción: el dominio
espacio-tiempo sobre el cual podemos influir, el cual incluye a todas las
personas con las cuales podemos interactuar.
Así, cada uno de nosotros puede, con espíritu de tolerancia
y mansedumbre, impregnar la vida de los que nos rodean con bondad,
longanimidad, benignidad, mansedumbre, servicio y amor sincero.
Al expandir esta actitud de vida seremos como una luz que
enciende otras luces, alumbrando la esfera de acción de nuestro prójimo, y
sacándole de las tinieblas de la impotencia al resplandor del verdadero
accionar solidario.
Cualesquiera sean nuestras creencias, con toda seguridad que
convergen en esa serie de fundamentos de amor sobre los cuales se asientan las
enseñanzas de Cristo.
De esta manera, sin importar credos o filosofías, cada vez
más esferas de acción brillarán adhiriéndose unas a otras. En ese efecto
multiplicador estaremos logrando hacer algo por el mundo. Aunque no podamos
cambiarlo, sí estaremos ayudando a cambiar vidas.
Y cada vida importa.
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No promovemos ni aceptamos controversias en nuestro blog, siendo nuestro propósito es unir corazones, pues "no es [la] doctrina [de Cristo], agitar con ira el corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes bien [Su] doctrina es esta, que se acaben tales cosas."