LA INVITACIÓN A VENIR A CRISTO
Cuando nuestras tres hijas eran pequeñas acostumbrábamos a reunirnos al lado del piano que teníamos en casa y cantábamos himnos con la idea de que fueran incorporando en su ser los principios del evangelio de una manera más amena. Uno de nuestros himnos favoritos era “Hay un hogar eterno” 1 . Por lo general ese himno nos llevaba a cantar luego “Cuando hay amor” 2 . En aquel entonces abrigábamos la esperanza de que nuestro hogar y los que ellas procrearían junto con sus esposos en el futuro, fueran un reflejo fiel del mensaje de esos himnos. Han pasado muchos años desde aquellos días, muchas pruebas y otras tantas bendiciones. Al tomar consciencia de todo el tiempo y energías que invertimos buscando la unidad familiar y el establecimiento de bases sólidas y verdaderas en sus vidas, nos regocijamos pensando que no fue en vano. Hoy apreciamos el gozo de verlas convertidas en dignas madres y leales esposas, en personas que sustentan los valores que recibieron y se esfuerzan por criar a s