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Mostrando entradas de marzo 20, 2022

VER LO BUENO

A lo largo de mi vida profesional he tenido muchas veces la oportunidad de integrar grupos de trabajo. Por lo general, dichos grupos de trabajo se conformaban para encontrar solución a un problema, planear un curso de acción o tomar decisiones sobre cuestiones relevantes. A menudo pude constatar que, una vez puestos a trabajar, algunos integrantes de éstos dedicaban la mayor parte del tiempo a encontrar por qué determinada solución propuesta no era la correcta, en qué resultaba errado el curso de acción considerado o por qué era inconveniente tomar la decisión bajo análisis en lugar de sopesar tanto las ventajas como las desventajas de tal o cual cuestión. Parecía más fácil objetar que aportar, criticar que construir. He visto asimismo como algunas personas siempre ven el lado negativo de las cosas, como si su misión en la vida fuese detectar errores o carencias. A la hora de evaluar una experiencia o logro sólo se quedan con lo faltante, como si no lograr el cien por ciento de lo que

¿SER CRISTIANO?

Convengamos en que para la cristiandad existe un único Dios, al que profesa sentimientos de veneración y a cuya Voluntad se siente obligada a rendir obediencia. Ciertamente existen dentro de la cristiandad multitud de denominaciones que mantienen entre sí discrepancias doctrinarias y de autoridad, a pesar de tener un origen común en el ministerio y enseñanzas de Jesucristo. A pesar de la benevolencia y el amor que profesan a Dios y a la humanidad, esta dispersión de credos cristianos no ayuda a la valoración positiva de la religión cristiana, aun a pesar de los esfuerzos de los distintos credos por unir sus fuerzas en pos de la "evangelización" del mundo. Pero convengamos también que, más allá de las diferencias, existe un cúmulo de principios comunes a todos esos credos que teje la estructura de la cristiandad, y respecto del cual, no puede existir diversidad de interpretaciones. Entre otras cosas podrían citarse, por ejemplo, la sacralidad de la vida, el valor de la hon

LA IGNORANCIA

No existe peor ignorancia que la del que encubre su propia ignorancia en la soberbia de creer que ya no necesita adquirir nuevos conocimientos; porque cree saber lo suficiente como para no necesitar saber más. Sin dudas, no existe peor sordo que el que no quiere oír. Existe otra forma de ignorancia aún más dañina que es la de aquél que, no satisfecho con su soberbia, rehúye siquiera cuestionar lo que cree al tiempo que persigue a quienes osan pensar de una manera diferente. Éste potencia su ignorancia en la más cruel intolerancia. Por otro lado, quien acepta sus limitaciones, y abre su mente y corazón a la posibilidad de adquirir más conocimiento, no sólo aprende a convivir en un mundo conflictivo, sino que también experimenta el gozo de progresar. En uno de los mejores libros escritos en el siglo pasado, el protagonista -llamado Juan Salvador Gaviota- cansado de vivir de los desperdicios del puerto que servían de fuente de alimentación a su bandada, siente el fuerte deseo de aba

LOS TRES HIJOS

El sol se estaba ocultando cuando el viejo abuelo reunió en su derredor a sus nietos más grandes. Era una fría tarde de invierno y el calor de la chimenea humeante invitaba a calentarse envuelto en la radiante energía que emanaba de su seno. -Cuéntanos un cuento, Abuelo. Por favor. - clamó uno de los niños. El abuelo se hamacó en su sillón, estiró las piernas y mirando al techo pareció hurgar entre su vasta memoria el cuento más apropiado para la ocasión.   "Hace muchos años -comenzó diciendo- un hombre tenía tres hijos y una gran propiedad. Decidió que había llegado la hora de regalarle una porción de terreno a cada uno de sus hijos. "Después de darles posesión de los terrenos les aconsejó que cada uno sacase el mejor provecho que pudiera de cada lote, pues él no estaría entre ellos por mucho tiempo más y deberían aprender a valerse por sí mismos. "El tiempo pasó. Un año después el primer hijo volvió a su padre, diciéndole que la tierra que le había cedido e

DE TODAS LAS UTOPÍAS

Machismo vs. Feminismo. Ideología de género. Nuevas formas de estructurar la familia y nuevas formas de combatirla. Eufemismos y posverdades. Lenguaje inclusivo que mina la esencia del lenguaje dificultando la comunicación antes combatiendo efectivamente lo que pretende combatir. Deseos que se confunden con derechos. Violencias que con intolerancia pretenden combatir la discriminación y la propia intolerancia. Mucho ha cambiado el mundo en que vivimos en el transcurso de pocas décadas. Cambios que han buscado un mundo mejor persiguiendo sueños de justicia y progreso con los que nadie puede disentir. Cambios que en muchos aspectos han intentado promover el entendimiento y el respeto entre los seres humanos. Sin duda. Pero a veces da la impresión de que se cumple aquello de que "todo debe cambiar para que todo siga igual". Porque todas estas cuestiones, más otro sinnúmero de aspectos que acaparan los titulares del día, no han hecho más que encender acaloradas disputas entre

ACTITUD

"Los cínicos no aportan nada, los escépticos no crean nada y los que dudan no logran nada." (Bryant S. Hinchley) Napoleón solía arengar a sus soldados recordándoles que es segura la derrota de quien teme ser vencido. La sabiduría popular ha sabido sentenciar que quien vive con miedo puede morir de un susto. Al enfrentar los desafíos debemos recordar asimismo que la batalla que no se libra es una batalla que se pierde. No debe resultarnos extraño, pues, que entre nuestros deseos y la consecución de estos pueda existir un abismo que los separe; o al menos, la necesidad de un esfuerzo que demande de nuestras energías, empeño y voluntad para alcanzarlos. En la vida siempre existe oposición en todas las cosas. Esta oposición no siempre se presenta como una adversidad. En ocasiones, resulta simplemente ser el precio que debemos pagar para lograr una meta que nos hayamos propuesto. Aun así, todo progreso es el resultado de una lucha que sostenemos para salir de nuestra zona

NUESTRA LUZ INTERIOR

Nuestra luz interior nunca deja de ser; pero depende de nosotros cuánto la hagamos brillar. Nuestra luz interior se corresponde con nuestro nivel de autoestima. Porque para estimarse uno mismo -en la justa medida- uno debe ser capaz de percibirse, capaz de penetrar su interioridad y ver lo que realmente es: un ser con virtudes y debilidades, con anhelos y frustraciones, con errores y aciertos; un ser capaz de progresar, un ser capaz de superarse a sí mismo. Pero ese progreso requiere de voluntad, acción y valores. La imagen que vemos reflejada en el espejo de nuestra alma estará condicionada por nuestra honestidad y la verdadera intención con que busquemos conocernos a nosotros mismos. La única belleza o fealdad que esa búsqueda puede revelar reside en nuestra moral. Nuestros mayores esfuerzos debieran centrarse en adherirnos al bien que la vida nos ofrece. ¿Con qué luz, pues, nos hemos de iluminar? ¿Andaremos en tinieblas, palpando nuestro camino embebido en la incertidumbre?

EL HONOR QUE VIENE DE DIOS

Cuando la cultura del Caos llega a manifestarse por encima de la cultura del Bien, ciertamente somos testigos de un deterioro cultural de la sociedad. Por lo general -y así nos lo muestra la Historia- ese deterioro cultural no acontece de forma súbita, sino que se va instalando gradual e imperceptiblemente, como acontece en el conocido relato de la rana que se cuece en la olla sin darse cuenta a medida que la temperatura del agua va elevándose lentamente. A nivel social ese proceso puede llevar años, décadas. A nivel individual, podemos irnos acostumbrando a la rutina del cambio de valores hasta tornar lo impensable -que cambiemos nuestra forma de obrar y juzgar- en una realidad cotidiana con la que vivimos insensiblemente. Si nos descuidamos, los seres humanos llegamos a ser muy manipulables. Nuestra necesidad de pertenencia puede llevarnos a buscar la aceptación social antes que la divina. Es por ello que necesitamos muñirnos de mecanismos de autodefensa y crecimiento persona

NUESTRO FUTURO Y EL DE NUESTROS HIJOS

Creo que la decadencia moral de la civilización occidental se basa fundamentalmente en la desacralización de la vida. Se le ha dado la espalda a Dios. Lo más grave no reside en un incremento del ateísmo como fundamento de vida, sino en la laxitud o indiferencia con que gran parte de quienes afirman ser creyentes encara su relación con Dios. Pongamos por ejemplo lo acontecido en Irlanda, un país mayoritariamente cristiano. El 95% de su población se identifica como cristiana 1 . Sin embargo, en un reciente plebiscito acerca de la despenalización del aborto, un 68% de los votantes se manifestó a favor de esa iniciativa. Ejemplos semejantes es dable encontrar en otros países con poblaciones mayoritariamente cristianas. No sólo respecto del aborto, sino sobre los más diversos aspectos de la vida. El apartamiento de los principios cristianos; el favorecimiento de doctrinas contrarias al credo cristiano; el convencimiento de que los asuntos seculares se deben considerar independientem

EL VALOR DE LA LIBERTAD

Partamos de la base de que el ser humano es de naturaleza dual, poseyendo una esencia espiritual (que algunos denominan alma, espíritu, mente, conciencia...) revestida de un cuerpo físico. La Biblia lo expresa de esta manera: "Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre alma viviente." 1 Asumir que el hombre es sólo materia organizada sobre leyes físicas y químicas es reducirlo a un objeto, a una "cosa" programada con un destino inalterable y prefijado. Es negar la existencia de un Dios creador. Es quitarle sentido a la vida. Es negar el bien y el mal, y convalidar cualquier conducta en la creencia de que todo es relativo, que los fines que siempre justifican los medios. Es, en esencia, robarle la libertad al ser humano. Dios ha dotado a Sus hijos del don del albedrío moral, lo cual los hace responsables de sus pensamientos, obras y deseos, en tanto la persona goce del uso pleno de sus

MIRAD QUE NADIE OS ENGAÑE

"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne -escribió-, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes." 1 Hemos visto en otras oportunidades que el término "cultura" proviene del latín ≪cultus≫, que por extensión, los romanos también la emplearon para referirse al “cultivo del espíritu”. Decíamos que la cultura es el conjunto de ≪símbolos≫ y ≪objetos≫ que son aprendidos, compartidos y transmitidos de una generación a otra por los miembros de un grupo social. Los símbolos incluyen valores, normas, creencias, tradiciones, idiomas, costumbres, ritos, hábitos, actitudes, capacidades, educación, moral, arte y toda forma de responder al entorno que no sea innata en la persona. Esta definición resalta un rasgo fundamental de la cultura en relación con el hombre: es un factor que determina, regula y moldea su conducta. Es posible distinguir u

EL HOMBRE SIN DIOS

Seguramente, para muchos, la mayor expresión de libertad personal es la de romper sus ataduras con Dios, renegando del compromiso moral que implica la fe en un Ser superior, autor de la vida y del universo que la contiene. El ser humano que se coloca en el centro del mundo, que está convencido de su superioridad intelectual, y encuentra en el imperio de los sentidos o de la razón el fin último de su existencia, paga con su soledad la indefensión que lo abraza ante la muerte, la ignorancia y la adversidad que acompañan sus días sobre la tierra. "Nacemos solos, vivimos solos y morimos solos", dirá su soberbia, como si esa falacia fuera su único escudo con el que intentará proteger su corazón del desconsuelo, hasta el último de sus días. Si bien algunos hombres sin Dios pueden llegar a disfrutar del poder, placeres o riquezas materiales de este mundo, inexorablemente irán acumulando con el correr del tiempo, de a sorbos o en tragos largos, los sinsabores del vacío que la i

SI ...

SI confundimos deseos con derechos, reclamando como dádiva lo que sólo nos correspondería como resultado de un trabajo voluntario y sostenido; SI anulamos el valor del esfuerzo individual pensando que la justicia radica en que todos obtengamos la misma recompensa sin importar lo que cada uno haya hecho para merecerla; SI creemos que el valor de nuestra vida consiste en lo que poseemos, la fama que alcanzamos o el poder que ejercemos sobre los demás, desvalorizando al otro porque tiene menos que nosotros; SI preferimos escoger el camino fácil porque no ofrece riesgos, engrosa nuestra comodidad o simplemente demanda menor esfuerzo; SI posponemos los desafíos, vivimos la inmediatez y buscamos ante todo el placer en cualquiera de sus formas; SI nos dejamos llevar por la opinión ajena, sumándonos a corrientes que, a pesar de su número, están vacías de contenido; SI pensamos impulsivamente y actuamos luego sin medir consecuencias, creyendo que el éxito se alcanza con tan só

EL HOMBRE NATURAL

Dios dotó a Sus hijos del don del albedrío moral, lo cual los hace responsables de sus pensamientos, obras y deseos, en tanto gocen del uso pleno de sus facultades. Cada hijo de Dios, en el ejercicio de ese albedrío moral con el que fue creado, tiene el privilegio de elegir en qué creer. Todos estamos tomando decisiones todo el tiempo. Hacemos elecciones, las cuales necesitamos tomar para interactuar con el mundo y las circunstancias que nos rodean. Existen, a nuestro favor, la razón y la experiencia; instrumentos al servicio de nuestro afán por alcanzar conocimiento. Razón y experiencia que fortalecen nuestro entendimiento y guían nuestro accionar, ayudándonos a tomar decisiones. Ciertamente nuestras limitaciones personales nos acompañan en las elecciones que hacemos. Nuestros sentidos físicos pueden engañarnos. Nuestro razonamiento puede estar equivocado o partir de premisas falsas. Aun así, como seres humanos aspiramos a alcanzar la verdad plena. Al menos, la perseguimos s

UNA PLAGA ARROLLADORA

Sucedió imprevistamente. De la noche a la mañana. Su efecto se esparció por el mundo como reguero de pólvora. Era como un azote imparable. Las personas pasaban a percibir una imagen monocromática del mundo que les rodeaba. Unos en diversas tonalidades de grises. Otros en tonalidades de rojo. Los había quienes veían su entorno en matices de verde. Y así sucesivamente. La anomalía se presentaba literalmente en un abrir y cerrar de ojos. No reconocía geografía, ni raza, ni género. Se extendía según un leve patrón geográfico, predominando un color sobre otro según la zona en cuestión. En poco más de unas semanas, el fenómeno se había universalizado. Su origen permaneció desconocido, a pesar de los esfuerzos implementados para descubrir sus causas y encontrar una posible cura. La situación cambió la vida alrededor del planeta. Todo lo que resultaba asociado al uso de los diversos colores del espectro dejó de tener utilidad. Las señalizaciones, los códigos de seguridad, su aplicación

EN UN MUNDO DE CONFUSIÓN

Vivimos inmersos en un mundo de confusión. Sólo con observar la diversidad de ideas, filosofías, doctrinas e ideologías que nos rodean, bien podríamos decir que hemos vuelto al inicio de los tiempos. "En el principio... la tierra estaba desordenada... y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo..." 1 Por doquier oímos de violencia, injusticias, guerras y rumores de guerras; amenazas entre estados, discriminaciones y persecuciones, ora en nombre de la libertad, ora en nombre del poder, las reivindicaciones históricas o la simple venganza. Toda causa proclama su supremacía. Reclama a la verdad como su posesión exclusiva y, en muchos casos, no duda en considerar al otro su enemigo por la única razón de pensar diferente. La cosecha de dolor y miseria que esa siembra de odios e intolerancia provocan, ese culto que muchos profesan por la violencia -sea verbal, afectiva o física- y esa falta de amor que afecta a una porción enferma de las sociedades, ciertamente no permi

EL AMOR

Existe un sentimiento que subyace en toda la Creación, en todas las cosas que constituyen la vida del hombre, en todo lo bueno que existe. Es una fuente de poder, de sabiduría, de unidad con el Universo y su Creador. Está, en definitiva, en la esencia misma de nuestra existencia eterna: el AMOR. "Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna." 1 "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó... Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera." 2 Amó Dios a Su obra, y amó a Sus hijos. Y les dio mandamientos para guiarlos de regreso a Su presencia. Y les dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente...Amarás a tu prójimo como a ti mismo. [Porque] de estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas." 3 El amor es como un diamante fin