EL VALOR DE LA REFLEXIÓN
De entre todas las actividades que le son propias, el acto de reflexionar es el que mayor trascendencia puede otorgar a la existencia del hombre.
El gasto ineficiente de su tiempo empobrece al hombre en varias
maneras. Le impide ir llenando su vida de experiencias verdaderamente
enriquecedoras, le va dejando su memoria vacía de recuerdos que puedan
engrandecerle. En definitiva, atenta contra su progreso y le hace perder las
oportunidades irrepetibles de acrecentar su caudal de sabiduría.
Allí es precisamente donde se libra la última batalla: en los recónditos
rincones del alma, donde la reflexión tiene lugar y donde se moldean los
sentimientos, donde pueden fraguarse el amor y la nobleza o los más bajos
pensamientos. Es en ese lugar que la reflexión puede despertar en el ser humano
la conciencia de su valor y ayudarle a encontrar el antídoto contra la "robotización"
que alienta la locura que envuelve la sociedad moderna.
Otro valor de la reflexión es que, una vez planteadas las
interrogantes que promueve, puede impulsar al individuo a la búsqueda de
respuestas. Despojado de distracciones que le desvíen, concentra sus fuerzas en
el propósito de entenderse mejor, comprender su destino y reafirmar su ser humano que
le distingue del reino animal.
Cuando ello no ocurre vemos en las sociedades comportamientos
propios del reino animal. Destrucción por el placer de destruir, egoísmo,
fanatismo, violencia.
Mientras se pierde el tiempo en odiar al contrario (trátese de
un hincha de fútbol, un practicante de un credo distinto, un congénere de otra
raza o por la razón que sea), ¿no sería mejor preguntarse por qué estamos aquí
en este planeta?
O preguntar:
¿Existe Dios?
Si es así, ¿cuál es nuestra relación
con Él?
¿Tiene un propósito nuestra vida?
¿Qué es el Universo?
¿Qué es el bien?
¿Cómo puede conocerse la verdad?
¿Qué es la muerte? ¿Se termina
todo con ella?
Naturalmente estas son preguntas cuyas respuestas nunca han
encontrado consenso. Pero de algo no hay duda: quienes las han formulado y
dedicado sinceramente a resolverlas, han encontrado estabilidad emocional y paz
espiritual que la indiferencia nunca ha podido suministrar.
Tales los frutos de la reflexión. Después de todo, la reflexión
acerca a Dios y es en Él que está la fuente de toda verdad.
Comentarios
Publicar un comentario
No promovemos ni aceptamos controversias en nuestro blog, siendo nuestro propósito es unir corazones, pues "no es [la] doctrina [de Cristo], agitar con ira el corazón de los hombres, el uno contra el otro; antes bien [Su] doctrina es esta, que se acaben tales cosas."