EN LA ERA DE LA DESINFORMACIÓN (II)
Nos hemos referido en el artículo anterior a la desinformación como un mal presente en nuestras sociedades y ante la cual debemos estar “firmes y alertas”, pues tiende a confundir “si fuere posible, aun a los escogidos”1.
La desinformación se diferencia de la mentira en que esta última
no engaña a quien conoce la verdad. En cambio, la desinformación tiende a
presentarse de una manera persuasiva, pareciendo confiable mas buscando desviar
al sujeto de las fuentes de la verdad, disuadiéndole a obrar en favor de los
intereses de quien desea manipularle.
La persistencia en repetir su mensaje y la pretendida aceptación
universal de su contenido producen un efecto acumulativo en el receptor, que,
por lo general, tiende a rendirse ante la supuesta aprobación mayoritaria de
las masas.
La Palabra de Sabiduría
Cuando José Smith recibió la Palabra de Sabiduría, muchos santos estaban atados a hábitos y prácticas que les dañaban sin tener conciencia del peligro al que quedaban expuestos. La revelación dada al Profeta, como lo señala su nombre, apunta a dotarnos de la sabiduría necesaria para conservar nuestra salud física y espiritual a pesar de “de las maldades y designios que existen y que existirán en el corazón de hombres conspiradores en los últimos días”3.
Buena parte la sección 89 es un código de salud para los santos, donde se nos amonesta a basar nuestra alimentación en los consejos del Señor y abstenernos de ciertas sustancias que no son buenas “para el cuerpo ni para el vientre”4.
Lo que en 1833 se podía explicitar con una simple lista de nutrientes y bebidas, hoy demandaría una compleja e interminable enumeración de sustancias y aditivos alimenticios que no cesa de crecer.
La observancia del Día de Reposo.
En esta última dispensación, El Señor ha resaltado la importancia del día de reposo al afirmar:
“Y para que más íntegramente te conserves sin mancha del mundo, irás a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo...
“porque, en verdad, éste es un día que se te ha señalado para
descansar de tus obras y rendir tus devociones al Altísimo;
“... recuerda que en éste, el día del Señor, ofrecerás tus
ofrendas y tus sacramentos al Altísimo...
“Y en este día no harás ninguna otra cosa sino preparar tus alimentos con sencillez de corazón, a fin de que tus ayunos sean perfectos, o en otras palabras, que tu gozo sea cabal.”7
Este mandamiento es una gran bendición, pues su cumplimiento nos acerca a nuestro Padre Celestial y permite que, a través de la ordenanza de la Santa Cena, renovemos nuestros convenios con Él y busquemos tener siempre Su espíritu con nosotros8.
El mundo nos enseña, en cambio, que el domingo es el día de la familia, el del reparador descanso y el del merecido entretenimiento que nos libera del estrés de una semana de labor. Es el día en que se brindan los mejores espectáculos, el día de nuestros deportes favoritos, el de las mejores películas por cable, el de realizar las compras en el supermercado, el del diario más completo de la semana, etc. Por tanto, tenemos el derecho a sacarle el máximo provecho.
No es así. Eso es desinformación flagrante. El domingo es el día
del Señor y como santos que nos preciamos de ser, debemos vivirlo conforme a Su
voluntad.
“No se critica el recreo legítimo: los deportes, los paseos
campestres, las obras teatrales y
las películas, todo ello lleva en sí el potencial para dar nueva
vida, y la Iglesia patrocina con entusiasmo tales actividades. Pero hay un
tiempo y lugares adecuados para todas las cosas valederas: tiempo para
trabajar, tiempo para jugar, tiempo para adorar...
“Es un día santo en el que se deben hacer cosas dignas y santas:
la abstinencia del trabajo y el recreo es importante, pero no lo es todo; el
día de reposo requiere pensamientos y acciones constructivas, y si uno
simplemente holgazanea sin hacer nada de provecho, lo está quebrantando. A fin
de observarlo, uno debe arrodillarse en oración, preparar lecciones, estudiar
el evangelio, meditar, visitar a los enfermos y necesitados, escribir cartas a los
misioneros, dormir una siesta, leer material favorable y asistir a las reuniones
de la Iglesia.”
Vale la pena que reflexionemos qué tanto nos estamos esforzando por honrar el día de reposo para “más íntegramente conservarnos sin mancha del mundo”9.
Enfrentando la secularización de la sociedad
El término «secularización» refiere, en este caso, al debilitamiento o pérdida de influencia de la religión en la cultura de la sociedad. Refleja una degradación de la importancia de los valores religiosos y morales frente a la pérdida de valores que se viene asentando en las sociedades modernas.
Este fenómeno viene acompañado de una intensa campaña que procura desterrar toda referencia a Dios de la sociedad civil. Abarca todas las áreas de la cultura y se ha infiltrado en la educación, los medios de información, el arte y las más variadas actividades del quehacer humano.
Se ha presentado como un progreso afirmativo de la laicidad, la libertad de cultos, el respeto a los derechos humanos y a los de las minorías (entre las cuales alegremente festeja sus “éxitos pasajeros” el ateísmo) ...
Hablar de Dios en público o referirse públicamente a los valores que promueve el cristianismo, se han convertido en una especie de acción proscrita socialmente, salvo que se limite al entorno de una iglesia o en el seno de un movimiento religioso. Condenada al silencio, la ausencia de la influencia cristiana en la sociedad ha dado lugar al crecimiento de todo tipo de antivalores que, librando al hombre natural de ataduras, lo han vuelto popular y respetado. Al mismo tiempo, se ha dicho que esta secularización cuenta con la aprobación mayoritaria de la sociedad; cosa extraña, pues el ateísmo sigue siendo una minoría10.
Esto no es novedoso. Pablo lo enfrentó en sus días y exclamó: “Porque no me a avergüenzo del evangelio de Cristo; porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree...”11
En un mundo cómplice con esta secularización, ¿podemos “abrir (nuestra) boca y declarar (Su) evangelio como con voz de trompeta”12 como lo pidió el Señor a Oliverio Cowdery? ¿Podemos llegar a “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvié(remos), aun hasta la muerte”13 o nos invadirá el temor de ser rechazados por causa de nuestro testimonio?
Contrariamente a lo que espera el mundo, Jesús nos recuerda lo que desea de nosotros con estas palabras:
“Y, ahora bien, he aquí, te digo que lo que será de mayor valor
para ti será declarar el arrepentimiento a este pueblo, a fin de que traigas
almas a mí, para que con ellas reposes en el reino de mi Padre. Amén.”14
La vulgarización del amor
La desinformación ha abierto muchos otros frentes en esta batalla que libra contra los propósitos de Dios. El valor del trabajo y la autosuficiencia, la importancia del esfuerzo individual como motor del progreso personal, el uso adecuado de las tecnologías modernas y su relación con la administración del tiempo (internet y redes sociales), el valor de la familia como base de la sociedad y el valor del matrimonio como institución social, la bondad y el respeto dentro del hogar, los roles del hombre y la mujer... en todos estos aspectos de la vida humana se percibe el insidioso accionar de las fuerzas disolventes que adversario inspira. Al decir del élder Boyd K. Packer, “la brecha que existe entre la Iglesia y el mundo... es más amplia en esta época que en cualquier otra generación anterior”15.
Existe aún otro frente donde el enemigo ha cargado sus baterías con saña, sabiendo que en ese frente se libra gran parte de la salvación o la destrucción del alma de los hijos de Dios. Dado que el amor está en la esencia de nuestra relación con la Trinidad, y que el amor es la fuerza impelente hacia la verdadera felicidad de la familia humana, qué mejor que desinformar a los hombres y mujeres acerca de la naturaleza y significado del amor que debieran profesarse entre sí y para con Dios.
1) Mateo 24:24
2) eufemismo: “Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta
y franca expresión sería dura o malsonante.” Diccionario de la Real Academia
Española.
3) Doctrina y Convenios 89:4
4) Ibid. vers 7-9
5) Doctrina y Convenios 109:7
6) Véase 1 Corintios 3:16-19
7) Doctrina y Convenio 59:9-10,12-13
8) Doctrina y Convenios 20:77, 79
9) Spencer W. Kimball, “El día de reposo, un placer”, Liahona,
julio de 1978
10) Según un reciente estudio internacional hecho por Gallup en 57
países, en promedio, el 13% de su población se identifica como atea, mientras
que el 23% se considera como no religiosa. (Fuente: Wikipedia, artículo “Demografía_del_ateísmo”).
11) Romanos 1:16
12) Véase Doctrina y Convenios 24:10-12
13) Mosíah 18:9
14) Doctrina y Convenio 16:6
15) Boyd K. Packer, “Musica digna, pensamientos dignos”, Liahona
abril 2008, pág. 34
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