LO QUE ES DE MAYOR VALOR

Tengo un amigo con quien he tenido oportunidad de conversar sobre temas trascendentales. Por lo general, un tema se cataloga como trascendental cuando trata asuntos de mucha importancia o gravedad (por sus probables consecuencias), cuando engloba conceptos filosóficos derivados del mero hecho de existir o se refiere a una realidad que excede los límites de la experiencia científicamente comprobable.

Comprender la vida y tener en claro su propósito es un tema trascendental; el más trascendental de todos. Llegar a saber de la existencia de Dios, tener Su plan de vida y poder establecer con Él una relación personal es, sin dudas, “la perla de gran precio”1 que abre las puertas a la felicidad en esta vida y al gozo eterno en la venidera.

Ese conocimiento, esa oportunidad de vislumbrar a través del velo las grandes verdades de la existencia humana, se alcanza sólo por la fe. A pesar de su importancia y gravedad, de sus eternas consecuencias, relativamente pocos aceptan el desafío de cambiar sus vidas en pago por la bendición de saber con certeza que Dios vive, que “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”2. Aun entre quienes se manifiestan discípulos del Salvador sólo un grupo reducido ha tenido la oportunidad de recibir las ordenanzas instituidas desde antes de la fundación del mundo para la salvación de los hijos de Dios.

Pablo asentó claramente, en su epístola a los efesios, el principio rector de “un Señor, una fe, un bautismo”3. Sin embargo, este principio no ha sido tenido en cuenta por los hombres y, pese a las buenas intenciones de gran parte de la cristiandad contemporánea, comprobamos hoy el impactante hecho de que existen miles de iglesias y doctrinas nacidas de las enseñanzas de Cristo. Es posible ver aún hoy, en algunos casos, “escena(s) de gran confusión y malos sentimientos —sacerdote contendiendo con sacerdote, y converso con converso— de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro ... se (pierde) completamente en una lucha de palabras y contienda de opiniones”4 que conduce a la división entre los hombres.

En un estudio5 reciente, llevado a cabo por eruditos en la materia, se han contabilizado unas 10 000 distintas religiones. De ellas 150 tienen un millón o más de fieles. Ese estudio, que llevó más de diez años de trabajo, contó que, dentro del cristianismo, existen unas 33 820 denominaciones.

Nefi vio las condiciones imperantes en nuestros tiempos y escribió respecto de “las (muchas) iglesias que se hayan establecido” y de las filosofías mundanas, “falsas, vanas e insensatas doctrinas”6 que confundirían las almas de los hombres. Testificó que “en aquel día (el diablo) enfurecer(ía) los corazones de los hijos de los hombres, y los agitar(ía) a la ira contra lo que es bueno”7. Asimismo, observó que “la iglesia del Cordero, que eran los santos de Dios, se extendía también sobre toda la superficie de la tierra; y sus dominios sobre la faz de la tierra eran pequeños, a causa de la maldad”6 y “sus números eran pocos a causa de la iniquidad y las abominaciones”8.

De los postreros tiempos el Señor ha dicho: “No buscan al Señor para establecer su justicia, antes todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios, cuya imagen es a semejanza del mundo cuya substancia es la de un ídolo que se envejece y perecerá en Babilonia, sí, Babilonia la grande que caerá.”9

En un mundo plagado de dioses propios el desconcierto es grande y no causa extrañeza que “todavía hay(an) muchos en la tierra, entre todas las sectas, partidos y denominaciones, que son cegados por la sutil astucia de los hombres que acechan para engañar, y no llegan a la verdad sólo porque no saben dónde hallarla”10.

Mi amigo me ha manifestado varias veces su deseo de llegar a compartir mis creencias, pero se siente incapaz de aceptar las realidades espirituales que le he expuesto. Es una buena persona; desea el bien para su prójimo, ama a su familia y no le conozco vicios ni malas costumbres. Como él, muchos ignoran las verdades sublimes del Evangelio en su plenitud por no haber tenido oportunidad de hallarlas. En la medida de nuestras posibilidades, debemos ejercer constancia y paciencia para acercarlos al tesoro de sabiduría que enseña el mensaje de la Iglesia Restaurada.

“Por lo tanto, consumamos y agotemos nuestras vidas dando a conocer todas las cosas ocultas de las tinieblas, hasta donde las sepamos.”11 Indudablemente es necesario que nos esforcemos por dar a conocer las verdades del Evangelio siendo una “voz de amonestación, cada hombre a su vecino, con mansedumbre y humildad”12. El Señor nos ha dado la admonición de abrir nuestras bocas y proclamar que los cielos una vez más se han abierto, por última vez, para dar a conocer a los hombres los principios y ordenanzas de salvación; que, por conducto de José Smith, Dios ha restablecido Su reino sobre la tierra “de modo que los que creen en Dios pueden tener la firme esperanza de un mundo mejor”13.

La voz del Señor se dirige a todos nosotros cuando nos exhorta: “Y ahora bien, he aquí, te digo que lo que será de mayor valor para ti será declarar el arrepentimiento a este pueblo, a fin de que traigas almas a mí, para que con ellas reposes en el reino de mi Padre. Amén.”14

Es necesario, y es nuestro privilegio, predicar el Evangelio sempiterno por el ejemplo y el precepto, convirtiendo nuestro servicio y amor hacia nuestros semejantes en una voz que resuene en sus corazones más fuerte que las artimañas del adversario.

Mi amigo, y todos quienes reciban la oportunidad de escuchar el mensaje, llegarán a apreciar, sea en esta vida o la venidera, el valor de nuestro servicio

(1) Mateo 13:46

(2) Juan 3:16

(3) Efesios 4:5

(4) Jose Smith – Historia 1:6

(5) World Christian Encyclopedia por Barrett, Kurian, Johnson (Oxford Univ Press, 2nd  edition, 2001)

(6) 2 Nefi 28: 9

(7) 2 Nefi 28:20

(8) 1 Nefi 14:12

(9) Doctrina y Convenios 1:16

(10) Doctrina y Convenios 123:11

(11) Ibid. vers. 12

(12) Doctrina y Convenios 38:41

(13) Eter 12:4

(14) Doctrina y Convenios 15:6

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